lunes, 5 de octubre de 2015

Crucero gastronómico por el Mediterráneo

Reunimos una semana de vacaciones y nos vamos de crucero para recorrer algunos de los puertos históricos del Mediterráneo. Paseamos por la Plaza de San Pedro, visitamos Pisa y recorremos de principio a fin la Via Calabritto; y aprovechamos el viaje para disfrutar la gastronomía local, repitiendo platos de los que nunca nos cansaremos y probando otros nuevos que también se convertirán en favoritos. 

Primera parada: Túnez. Hace mal tiempo y la agenda casi no deja tiempo para visitar la capital, así que decidimos quedarnos en La Goulette, que es el principal puerto del país. Visitamos el mercado sin resistirnos a hacer algunas compras y comemos pescado en uno de los pocos restaurantes que encontramos abiertos. Las ciudad parece abatida.


Segunda parada. Nápoles. La ciudad que acoge el espléndido Museo Capodimonte, el Vesubio, Pompeya y Herculano, presume de ser la patria de la mozzarella y la auténtica pizza. La cita es en el ristorante Bruno, junto al paseo marítimo o lungho mare. Menú: pizza (margarita indudablemente y al horno de leña), flores de calabacín y una lubina enorme a la sal. De postre panna cotta y para beber un blanco de Hofstätter Joseph, y que el nombre no confunda. La bodega es del Tirol Sur, en el noreste de Italia, una región donde el idioma que se habla es el alemán. 



Tercera parada. Roma. Roma es excesiva, en historia, monumentos y a la mesa. Los romanos disfrutan dedicándole tiempo al buen comer, recreándose a gusto con antipasti vegetales de todo tipo. Nosotros no íbamos a ser menos, así que nos ponemos manos a la obra y concluimos el banquete con unos spaguetti cacio pepe, tan de Roma como el Coliseo. La receta es sencilla y sabrosa: spaguetti, pimienta y pecorino, un queso parecido al parmiggiano pero más salado.




 Cuarta parada. Livorno. La ciudad es pequeña y tiene ese encanto magnético de las ciudades portuarias. Livorno ha venido a menos y hoy es mero paso hacia destinos más vistosos como Pisa o Florencia, pero a nosotros nos sigue fascinando, todavía más caciucco mediante, una sopa de pescado y marisco en tomate que es el plato estrella de la cocina livornesa.

Quinta parada. Niza. La elección gastronómica aquí no se presta a titubeo alguno. En Niza hay que comer mejillones al vapor acompañados de patatas fritas, los moules-frites. Con unas vistas como éstas, todavía saben más ricos.

Quinta y última. Barcelona. Volvemos a Bitte. Inspirados y relajados. El estado perfecto para fraguar platos nuevos. 


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