Con el estupendo tiempo que aún queda que nos regale este otoño, decidimos coger el coche y en menos de media hora estábamos tomando el sol en Sitges, un pueblo que nos gusta y que tras mucho visitarlo conocemos muy bien.
Sitges tiene un montón de rincones mágicos. Hay iglesias, castillos y cuevas, el Parque Natural del Garraf, casitas y casazas singulares que reflejan su cosmopolitismo, su carácter relajado e integrador y su espíritu emprendedor. También aquí, como en Barcelona, el modernismo está presente en toda la ciudad, algo en lo que el pintor Santiago Rusiñol y sus sonadas fiestas para sus amigos intelectuales llegados de todas partes tuvo mucho que ver.
La iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla es un símbolo de Sitges y está muy cerca de la Fragata, uno de nuestros restaurantes favoritos.
La oferta restauradora, como en todos los destinos turísticos, es inmensa. Hay decenas de restaurantes donde comer de maravilla y probar platos típicos como el xató (una ensalada preparada con almendras y avellanas tostadas, miga de pan, tomates maduros y ñora), buen preámbulo para una estupenda paella. De postre, tal vez un malvasía de Sitges, un vino dulce y aromático con una alta graduación. Perfecto tras una tremenda paella como ésta.
Esperamos que el sol siga brillando y volver muy pronto.
Sitges té una magnífica oferta festiva, una bonica història i un increíble patrimoni històric. Enhorabona pel post.
ResponderEliminarSitges té una magnífica oferta festiva, una bonica història i un increíble patrimoni històric. Enhorabona pel post.
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