viernes, 20 de mayo de 2016

Cerezas: todo son virtudes

Una fruta que proviene de una flor blanca, perfumada y radiante, ha de ser una gran fruta. De haber sido más grande, la cereza hubiese sido la fruta del paraíso. Icónica, deliciosa y sutil, no hay ni un 'pero' que objetar a su intrigante belleza. En la cereza todo son virtudes.


Antioxidante, digestiva, vitamínica, anti-inflamatoria y diurética. ¡Ay, por fin un vicio saludable!


Como todo lo bello, el cerezo es un árbol delicado, y hay que estar dispuesto a mimarlo para saborear sus frutos. La semilla se plantará en invierno y florecerá en primavera, regalando espectáculos maravillosos como la sakura en Japón o el manto rosado del Valle del Jerte. Y no nos deleitará con sus frutos hasta al menos siete u ocho años después de haber sido plantado.

De un modo general, se podría decir que hay dos tipos de cerezas: ácidas y dulces. La variedad determinará el tono y la intensidad de su color, desde el rojo carmín al vino cereza. 

Al natural, en sorbetes y mermeladas, para acompañar las carnes rojas, agua de cereza o gazpacho de cereza. El recetario que permite es tan inspirador como su personalidad. Se conservan bien, hasta 15 días en la nevera. La clave está en no acercarlas al agua hasta que no vayan a ser saboreadas.




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